Para los que quieran disfrutar de una buena ensalada de invierno, nada mejor que la escarola, dado que su temporada propia es la época de invierno, ofreciendo todo su esplendor y mayor calidad, (aunque hoy día se puede encontrar en el mercado durante todo el año).
La escarola es una verdura que pertenece a la familia de las Asteráceas (Compuestas) Esta familia, cuyo nombre actual deriva del griego Aster (estrella), proporciona muchos tipos de hortalizas de diversas especies: de hoja (achicoria, lechuga, endibia, escarola), de flor (alcachofa) o de tallo (cardo).
Por su peculiar sabor dulcemente amargo, resulta muy sabrosa acompañada con el clásico aderezo de aceite, mostaza, vinagre y sal. La escarola combina muy bien con ajos, cebolla, apio, cítricos y frutos secos.
El agua, como en casi todas la verduras, es el elemento que predomina en la composición (en un 94%). En ella están disueltas pequeñas cantidades de vitaminas hidrosolubles: B1, B2, C, folato (es la verdura más rica en esta vitamina, con diferencia sobre el resto) y en menor proporción beta-caroteno (provitamina A), así como minerales como el calcio, el magnesio, el hierro, el zinc y el potasio, éste último el más abundante.
El calcio y el hierro contenidos en la escarola a pesar de su abundancia, no se asimilan muy bien porque la fibra de la verdura en general, interfiere en la absorción a nivel intestinal. Por ello, las cantidades de estos minerales aportadas por cualquier vegetal no son comparables con las de los alimentos de origen animal (lácteos, carnes o pescados).
Por otra parte, las hojas de la escarola contienen intibina, compuesto responsable de su sabor amargo y de los beneficios digestivos que se le atribuyen a esta verdura